lunes, 30 de mayo de 2016

Nueva página oficial de Facebook

Nunca he sido un gran fan de las redes sociales pero llegados a cierto punto, hay que rendirse a la evidencia: si uno quiere estar en contacto con el mundo, tiene que poner de su parte. Por ese motivo y aprovechando que hoy hace un mes que publiqué 'Collar negro, collar blanco', he creado mi página como escritor en Facebook. Espero que sea un medio más para encontrarnos y compartir nuestro amor por la literatura. ¡Nos vemos allí!

Facebook: Oliver Bisset

 

viernes, 27 de mayo de 2016

Portadas románticas y torsos desnudos

De entre todos los clichés de la novela romántica, uno del que parece especialmente difícil escapar es el de la portada. Ninguna obra de este género puede estar completa si no tiene un chico musculoso con melena al viento para adornarla. Y si hablamos de novela homoerótica, dos mejor que uno, como es lógico.

Utilizar un poderoso torso desnudo en la cubierta es apelar a algunos de los instintos más básicos y hacerle una promesa a la persona que compra nuestra novela. No sólo va a leer una historia de amor, sino que además ésta va a ser tórrida, y su protagonista, un semidios vikingo. Bromas aparte, es una suerte que los tiempos hayan cambiado y ahora ya no se estile tanto tener a Fabio sujetando por la cintura a una doncella en apuros.

A día de hoy es posible encontrar portadas de todo tipo, algunas de ellas auténticas obras de arte. Me vienen a la cabeza Corazones de acero, de María José Tirado, o El aire que respira, de Brittainy C. Cherry, por mencionar dos de las más me han gustado recientemente. Las editoriales saben muy bien que una buena imagen puede ser decisiva para que nos decidamos a coger el libro y leer su sinopsis, así que tratan de innovar y salirse de los tópicos. Sin embargo hay algunos subgéneros, como el de la novela erótica, a los que les está costando más hacer esa transición.

Cuando llegó el momento de maquetar Collar negro, collar blanco tenía clara una cosa: nada de chicos ligeros de ropa marcando abdominales rocosos. Por muy atractivos que puedan resultar, no era mi estilo, ni tampoco el de la historia, así que la decisión fue fácil. Sabía que la competencia sería dura y que llamaría menos la atención frente a otros títulos, pero prefería arriesgarme antes que dar una impresión equivocada.

La idea de utilizar un collar BDSM (cedido amablemente por un sumiso auténtico, además) surgió de manera natural y desde aquí quiero dar las gracias a Ayla Adams por la magnífica foto que finalmente se convirtió en nuestra portada. El blanco y negro siempre me ha parecido sobrio y elegante, y la composición minimalista creo que es lo bastante sugerente como para dejar las preguntas justas en el aire. ¿De quién es ese collar? Y lo más importante ¿qué significa? Si ha servido para que alguien busque esas respuestas dentro, entre sus páginas, misión cumplida.


miércoles, 25 de mayo de 2016

Sueñas

Anhelas
el suave contacto
el gotear discreto
de palabras fantasma,
susurros que rueden
sobre tu piel desnuda
en la oscuridad.

Respiras
el aroma de recuerdos
anclados sin tregua
a la punta de tus dedos,
promesas heridas
que murieron en tus labios
y jamás volverán.

Sueñas
con ojos de extraños
que enciendan al fin
la llama perdida,
y en abrumador deseo
te sumerjan en un mar
que te haga olvidar.


O.B.

lunes, 23 de mayo de 2016

El malentendido final o cómo estropear una comedia romántica

No es ninguna novedad que la mayoría de las comedias románticas funcionan en base a una fórmula. Los clichés se repiten tanto que a menudo el mérito de una película de este género consiste en saber disimular esos mecanismos comunes lo suficiente como para que no se noten y a pesar de todo resulte fresca e interesante. A saber, chico que nunca encuentra a la persona adecuada, chica que ha salido de un desengaño (estos papeles son intercambiables), se cruzan por un motivo cualquiera. En un primer momento no congenian o directamente se llevan a matar, pero hay una química innegable entre ellos. Por azares del destino siguen coincidiendo y surge la chispa. Cuando ya han superado todos los obstáculos que les separan y la pareja parece consolidada, a escasos quince minutos del final, surge... el malentendido.

El malentendido puede ser alguien del pasado, un ex-novio/a que aparece asegurando que nunca rompieron, un amigo o un familiar que cuentan un secreto incómodo, por ejemplo que el protagonista apostó que lograría salir con alguien en menos de una semana... En resumen, cualquier excusa ridícula para separar a la pareja y volver a reunirles en los últimos minutos. El malentendido final es uno de los peores recursos narrativos que existen, no sólo eso, también es un insulto para el espectador.

Podemos asumir que el mundo de las comedias románticas es una versión distorsionada de la realidad, al igual que ocurre en todas las ficciones. En ese mundo, la lógica de las relaciones se flexibiliza un poco: el amor es más rápido e intenso, el cielo más azul, las personas que se odian pueden pasar a quererse sin ningún problema. Asumimos eso porque entramos en el juego del narrador, pero a cambio queremos que él nos trate con cierto respeto y no se ría de nosotros. Estamos viendo a la pareja perfecta enamorarse, ¿pero la magia se rompe porque no pueden, o no quieren, dedicar cinco minutos a solucionar el primer problema? No hay mejor forma, en mi opinión, de estropear tanto a los propios personajes como la trama.

Hay películas muy famosas que han jugado con la misma idea. Amélie, por ejemplo, termina con un malentendido y no supone ningún problema. Si se hace bien, es un elemento perfectamente válido. Quizá la clave está en no forzar una situación sin sentido. Si te acabas de enamorar de la persona más maravillosa del mundo, y de eso va toda la historia, ¿vas a ponerlo en peligro por no pararte a hablar? La cuestión principal que deben resolver las películas que recurren a esta maniobra simplona y tramposa es ¿me tomo en serio lo que cuento? Cuando uno puede responder que sí, las cosas salen mucho mejor.

viernes, 20 de mayo de 2016

Sagas vs. novelas autoconclusivas, ¿segundas partes nunca fueron buenas?

Siempre me ha resultado difícil comenzar a leer una saga, más aún si está inconclusa. Puede que sea porque de niño era raro que me topase con historias que necesitasen de más de una entrega para desarrollarse. Salvo excepciones como El Señor de los Anillos u otros títulos de fantasía, siempre que cogía un libro de la biblioteca de mi barrio sabía que la aventura comenzaría y terminaría entre esas mismas páginas. Una situación muy diferente del panorama actual, sobre todo en algunos géneros. Da la impresión de que si el autor no firma como mínimo una trilogía, no está haciendo las cosas como debe.

Los motivos pueden ser muy variados pero los monetarios son los primeros que me vienen a la mente, de ahí mi desconfianza. Alargar las tramas de manera artificial o llenar folios de... nada, como vemos a diario en las novelas Young Adult, me parece una falta de respeto hacia las personas que te siguen. Incluso escritores consagrados y de calidad indiscutible como George R. R. Martin deberían plantearse hasta dónde van a estirar las cosas y por qué.

Cuando empecé a escribir Collar negro, collar blanco tenía muy claro que sería una novela autoconclusiva. Odiaría dejar a los lectores colgados a la espera de una segunda entrega, y eso es porque como autor también procuro ponerme en su lugar. Por mucho que me encariñe con los personajes y me divierta acompañándoles en sus aventuras, prefiero plantearlas de manera independiente y que se disfruten así. Me parece lo más justo para todos.

Y sí, estoy escribiendo una segunda parte de Collar negro, collar blanco pero no porque la historia de Álex haya quedado a medias. Simplemente hay más partes de su vida futura que me apetece explorar. Aquellas personas que quieran conocerlas podrán hacerlo, las que prefieran quedarse con el original, también.

jueves, 19 de mayo de 2016

Música para escribir: Ólafur Arnalds - For Now I am Winter ft. Arnór Dan

martes, 17 de mayo de 2016

Lo que oyes por casualidad

Lo reconozco, me gusta escuchar las conversaciones de los demás. Ya sea en el bus, en el metro o en la cola del cine, el murmullo de la gente me atrae sin remedio. Hay tantas historias desenvolviéndose a cada momento que resulta imposible no tratar de seguirlas y unir sus fragmentos. Para evitar quedar como un simple fisgón diré que, a menudo, aquello que oigo por casualidad me sirve en mis propios relatos.

Por una parte están las semillas de ideas que los desconocidos van dejando con su charla. Problemas, amores, frustraciones, toda una serie de fragmentos vitales que se pueden incorporar a nuestros personajes o crecer hasta adquirir entidad propia. Un trayecto en transporte público puede darnos pie a un sinfín de historias, contando además con el misterio añadido de desconocer tanto la identidad de los protagonistas, como el origen y el final (si es que lo hay) de sus dilemas.

Otra ventaja de escuchar lo que otros dicen es que se adquiere familiaridad con los giros y la manera de hablar de la gente, algo indispensable si queremos que nuestros diálogos resulten creíbles. No todo el mundo se expresa igual y la única forma de escapar de los límites de nuestra educación y estrato social es tratar de empaparnos de los de otros. Si nos estamos abiertos a esas influencias, todo el reparto de nuestra novela puede terminar como una sucesión de versiones distorsionadas de nosotros mismos.

Por último, un factor más para no sentir remordimientos a la hora de "pegar la oreja" es la posibilidad de descubrir, mediante ese modesto espionaje, a personajes memorables. Ya sea por sus retorcidos insultos, su lengua viperina o sus expresiones floreadas, esos individuos que destacan sobre la multitud son los que luego nos servirán para crear a nuestros propios protagonistas, secundarios o villanos.

sábado, 14 de mayo de 2016

Contar historias

Si algo tenemos en común todos los seres humanos es que nos gusta contar o que nos cuenten historias. Pueden pasar miles de años y cambiar el lugar o los medios, pero uno de nuestros pasatiempos preferidos sigue siendo dejarnos capturar por la imaginación de otros.

Hay algunos factores que en mi opinión marcan la diferencia a la hora de ser un buen "cuentacuentos", o por supuesto, un buen escritor:
  • Originalidad: Resulta difícil dar con temas que no hayan sido tratados ya, así que al hablar de ser original me refiero más bien a encontrar formas nuevas de presentar esas historias que siempre nos han atraído a todos. Amor, traición, desengaño, los elementos pueden ser conocidos pero depende de nosotros saber cómo combinarlos. Los grandes autores a menudo son más conocidos por esto que por lo revolucionario de sus tramas. Puede ser en la forma o en el fondo, pero uno siempre debería aspirar a aportar algo nuevo con sus relatos.
  • Ritmo: Controlar cómo progresa la narración es clave cuando contamos algo de viva voz, pero también en los relatos escritos. Los mejores cuentos comienzan con una premisa intrigante que atrapa al público y le deja con ganas de más. En los siguientes actos el suspense aumentará progresivamente, con giros inesperados, dilemas o retos a los que los protagonistas deberán enfrentarse. Cuando el final se acerque, el oyente/lector estará ansioso por descubrir cómo se resuelve todo.
  • Emoción: Si hay una verdad inequívoca es que recordamos mejor las historias que nos tocan emocionalmente. Nuestras palabras deben ir dirigidas al cerebro para entretener pero al corazón para perdurar. Algo importante que debemos recordar es que nuestros lectores comparten con nosotros, y con el resto de la humanidad, muchas experiencias vitales. La búsqueda de la felicidad, la frustración por no poder lograr lo que deseamos, el dolor de la pérdida, la angustia de la soledad... son universales. Si nuestras historias saben reflejarlo, habremos dado un paso muy importante.

jueves, 12 de mayo de 2016

Entrevista con el vampiro, otro remake innecesario

Parece inevitable que todas las películas que lograron hacerse un hueco especial en nuestro corazón acaben teniendo un remake mediocre que empañe su recuerdo. Esta vez le ha tocado el turno a Entrevista con el vampiro, la adaptación de la novela de Anne Rice que en su día provocó tanto revuelo al juntar en pantalla a Tom Cruise y Brad Pitt. Si hacemos caso a los rumores, el papel de Lestat podría recaer en esta ocasión en uno de los actores de moda, Jared Leto. El director/guionista sería Josh Boone, conocido sobre todo por Bajo la misma estrella.

No tengo nada en contra de Leto, de hecho me parece magnífico en lo que hace, y tampoco de Boone, pero me parece difícil igualar, ya no digo superar, el impecable trabajo de Neil Jordan. No le veo sentido a proyectos de este tipo y nunca se lo veré. Supongo que la lógica del mercado manda y los chupasangres son siempre una apuesta segura. La saga de las Crónicas Vampíricas era demasiado golosa como franquicia como para que los estudios la dejasen pasar. La autora estará frotándose las manos pensando en los derechos de sus futuras entregas, pero debe ser la única.

Por mi parte prefiero quedarme con las mismas palabras e imágenes que me emocionaron una vez. No necesito la promesa de nuevos y flamantes recuerdos, si los que tengo ya son perfectos.
Observé el amanecer en toda su magnificencia por última vez, como si se tratara de la primera. Y luego me despedí de la luz del sol y me preparé para convertirme en lo que soy.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Música para escribir: Troye Sivan - Happy Little Pill

martes, 10 de mayo de 2016

Escribiendo homoerótica o cómo etiquetarse de forma imprecisa

Nunca me he considerado un escritor de homoerótica. Ni siquiera ahora, con un libro publicado, siento que pertenezca especialmente a ese género, a pesar de que mi novela incluya relaciones entre hombres y un innegable contenido sexual. Me gusta pensar que, al margen de esos detalles, soy simplemente escritor.

Para mí las historias son fluidas y pueden contener todo aquello que imaginemos, en las combinaciones que más nos apetezcan. Amor, humor, sexo, intriga, aventura. La vida en las páginas puede, o al menos debería, ser tan amplia y compleja como en la realidad, así qué ¿por qué coartarse? Reconozco la utilidad de los géneros, pero a veces me da la sensación de que algunos superan su propio cometido y ahogan aquello que intentan definir. Una novela de crimen y misterio en la que hay sexo explícito y la pareja principal son dos chicos ¿es homoerótica? No dejo de pensar que es injusto e insuficiente catalogarla así.

Habría que hablar largo y tendido sobre cómo normalizar tanto unos aspectos como otros en la literatura, pero la teoría y la práctica, como siempre, no van de la mano. Las etiquetas ordenan y simplifican, así que todo el mundo las adora. Por mucho que nos pese están aquí para quedarse.

Me consuelo pensando que quizá en el futuro seremos capaces de tener la mente abierta y las palabras servirán sólo para expandir nuestros mundos, no para constreñirlos en fronteras ficticias.

lunes, 9 de mayo de 2016

La dificultad del primer beso

Un beso es una frontera entre dos personas, un gesto simple pero capaz a la vez de redefinir mundos enteros. Los labios se tocan y un segundo después ya nada es lo mismo. Al separarse, surgirán las eternas preguntas ¿qué pensará? ¿Ha sido demasiado pronto? ¿Demasiado rápido? ¿Le habrá gustado? Y sobre todo, ¿qué seremos ahora?

El beso es una llave a lo desconocido, a multitud de aventuras, promesas, desengaños. De todas las intimidades físicas, es casi la más sencilla y sin embargo...

viernes, 6 de mayo de 2016

Herramientas del oficio

Hay una serie de herramientas que se han convertido en imprescindibles para mí a lo largo de estos años en el oficio de la escritura. Algunas son muy convencionales, otras sólo resultarán familiares a aquellos que se encuentren en la misma pelea por dominar el caótico proceso creativo.
  • Cuadernos de colores: Uno para cada género. En ellos anoto, en párrafos breves, las ideas para nuevas historias. Como curiosidad, tengo uno específico junto a la cama para apuntar esos sueños que resultan tan nítidos al levantarnos por la mañana pero que acaban desvaneciéndose a lo largo del día.
  • Cuaderno "de novela": Éste es más grande y diferente a los anteriores. Lo uso para apuntar todo lo que se me ocurre de la novela que esté desarrollando, desde la trama (con la estructura de escenas), a los personajes (con sus descripciones, pasado, árbol de relaciones, etc). También hay sitio para lugares, objetos, detalles o frases concretas... La mayoría de estas cosas no llegan nunca al manuscrito final pero éste no podría existir sin ellas.
  • Tarjetas: Mencionadas siempre en los manuales de guión cinematográfico, resultan muy prácticas, por ejemplo, para tener a mano a los personajes que aparecen en un capítulo (y sólo a esos) con sus descripciones. Su uso tradicional es dividir y numerar las escenas, para facilitar la tarea de ordenar la narración. También se pueden preparar tarjetas para lugares u objetos.
  • Bolígrafo de cuatro colores: Comprado por nostalgia de la época estudiantil pero realmente funcional. Resaltar, tachar o añadir, todo en uno.
  • Portátil: Es la herramienta menos romántica de todas pero también la más obvia, porque no se puede escribir sin él. Dejando eso de lado, resulta especialmente útil para otras cosas, como conseguir documentación, imágenes o música de fondo que vaya con nuestra historia.
  • Café: ¡Café, café, café!

jueves, 5 de mayo de 2016

Nueva sección, 'Mis libros'


Hoy estreno una nueva sección en el blog, 'Mis libros', accesible desde la barra superior. En ella podréis encontrar una ficha de cada título que vaya publicando. Por ahora el único inquilino es mi querido Collar negro, collar blanco, pero confío en que se le unan muchos otros en breve.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Bienvenidos


"Cuaderno a vuelapluma" es la página personal de Oliver Bisset, escritor, diletante y sobre todo soñador. En ella procuraré manteneros al día de mis andanzas en el mundo de las letras: títulos publicados, nuevos proyectos o simplemente, los altibajos del proceso creativo.

Gracias por estar ahí, espero veros a menudo.

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